Durante el siglo pasado la embriología pasó de ser una ciencia basada en la
observación a una experimental que recurre a avances tecnológicos y
moleculares sofisticados. Juntas, observación y técnicas modernas, generan una
comprensión más clara del origen del desarrollo normal y el anormal y, a su vez,
sugieren alternativas para prevenir, diagnosticar y tratar los defectos congénitos.
En este sentido, el conocimiento de la función de los genes creó estrategias
completamente nuevas para abordar el tema.
Existen alrededor de 23 000 genes en el genoma humano, pero codifican
cerca de 100 000 proteínas. Los genes se encuentran contenidos en un complejo
de ADN y proteínas que se denomina cromatina, cuya unidad estructural básica
es el nucleosoma. La cromatina que muestra un enrollamiento intenso, con
“perlas” de nucleosomas pendiendo de un “hilo”, se denomina
heterocromatina. Para que la transcripción sea posible, el ADN que forma las
“perlas” debe relajarse o desenrollarse y convertirse en eucromatina. Los genes
residen en las cadenas de ADN y contienen regiones que pueden transducirse en
proteínas denominadas exones y regiones no susceptibles de transducción
denominadas intrones. Un gen típico también tiene una región promotora que
se une a la polimerasa del ARN para dar inicio a la transcripción, un sitio de
inicio de la transcripción para designar el primer aminoácido de la proteína, un
codón de terminación de la traducción y una región 3’ que no se traduce e
incluye una secuencia (el sitio de adición de la cola poli A) que ayuda a
estabilizar el ARNm. La polimerasa del ARN se une a la región promotora que
suele contener la secuencia TATA, la caja TATA. Para la unión se requieren
proteínas adicionales denominadas factores de transcripción. La metilación de
las bases de citosina en la región promotora silencia a los genes e impide su
transcripción. Este proceso es responsable de la inactivación del cromosoma X,
por el cual la expresión de los genes de uno de los cromosomas X en la mujer
queda silenciada, al igual que de la impronta genómica por la que se reprime la
expresión de un gen, ya sea paterno o materno.
Pueden sintetizarse diferentes proteínas a partir de un solo gen por un
proceso denominado empalme alternativo, que elimina diferentes intrones
utilizando espliceosomas. Las proteínas que se obtienen de este modo se
denominan isoformas de empalme o variantes de empalme. De igual modo,
las proteínas pueden alterarse mediante modificación postraduccional, como
fosforilación o escisión.
La inducción es el proceso por el cual un grupo de células o tejidos (el
inductor) hace que otro grupo (el respondedor) modifique su destino. La
capacidad de respuesta se denomina competencia, y debe ser conferida por un
factor de competencia. Muchos fenómenos de inducción implican
interacciones epitelio-mesénquima.
Las vías de transducción de señales incluyen a una molécula de
señalización (el ligando) y a un receptor. El receptor suele extenderse por la
membrana celular y se activa por la unión de su ligando específico. La
activación suele implicar la capacidad para fosforilar otras proteínas, las más de
las veces como cinasa. Esta activación establece una cascada de actividad
enzimática entre proteínas, que por último activa a un factor de transcripción
para dar inicio a la expresión génica.
La señalización de célula a célula puede ser de tipo paracrino, en que se ven
implicados factores difusibles, o yuxtacrino, en que participan distintos
factores no difusibles. Las proteínas responsables de la señalización paracrina
se denominan factores paracrinos o GDF. Existen cuatro familias principales
de GDF: FGF, WNT, hedgehog y TGF-β. Además de las proteínas,
neurotransmisores como la serotonina (5-HT) y la noradrenalina también
actúan mediante señalización paracrina, en la que fungen como ligandos y se
unen a receptores para desencadenar respuestas celulares específicas. Los
factores yuxtacrinos pueden incluir productos de la matriz extracelular, ligandos
unidos a la superficie celular y comunicaciones directas de célula a célula.
Existen muchas vías de señalización celular con relevancia para el
desarrollo, pero dos vías clave implican a la proteína SHH y a la vía WNT no
canónica, mejor conocida como vía PCP, que regula la extensión convergente.
SHH es casi un gen maestro, y cuando los productos proteicos de este gen se
unen a su receptor patched anulan la inhibición que éste causa sobre
smoothened. Una vez activado, smoothened induce regulación positiva de la
familia Gli de factores de transcripción, que controla la señalización distal
generada por la proteína SHH. La proteína SHH es un factor difusible al que se
encuentra unida una molécula de colesterol, que actúa como morfógeno al
establecer gradientes de concentración que regulan las respuestas celulares. La
señalización de SHH está implicada en muchos eventos del desarrollo, entre
ellos el establecimiento de la línea media y la asimetría izquierda-derecha, al
igual que la generación de patrones en muchos órganos.
La PCP regula los movimientos de las células y las láminas celulares en el
plano de un tejido, de tal modo que las células se intercalan una con otra y
permiten la elongación del tejido, un proceso denominado extensión
convergente. Estos tipos de desplazamientos celulares son responsables de la
elongación del embrión y del tubo neural durante la gastrulación y la
neurulación, respectivamente. Varios genes participan en la regulación de este
proceso, entre ellos WNT y su receptor FRIZZLED, CELSR y VANGL, que
codifican proteínas transmembrana, DISHEVELLED, que codifica una proteína
que actúa por medio de las cinasas Rho y Rac para afectar el citoesqueleto, y
otros más que regulan los movimientos celulares. Las mutaciones de estos genes
generan defectos del cierre del tubo neural en ratones, en tanto los que afectan a
VANGL se han vinculado con este tipo de defectos en los humanos.
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